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Por una ventana

Foto del escritor: FutbolíricasFutbolíricas

(Por Analía Doña Carvajal)


Una ventana y una radio eran su contacto con el exterior. Con la vida que alguna vez supo tener y que una bala perdida le robó.


9 años llevaba en esa cama soñando con ser ése que fue.


Había aprendido a amar el olor a lluvia, a admirar la salida del sol gracias al calorcito que entraba cerca de las 9. Se reía de los bocinazos de los tacheros y de las millones de puteadas que escuchaba al día.


Siempre vivió a 1000 por hora hasta que, de un momento a otro, pasó a ser testigo de las vidas de los demás que se colaban por esa ventana como parte de una película oscura en cámara rápida. 


Una película que cada día, a las 12 del mediodía, se frenaba para darle paso a su hora de cuentos. La voz del Loco Palacios lo llevaba por un rato al más allá. Su mente volaba y se alejaba de ese cuerpo inútil.


Pelota al pie hacía maravillas, al trotecito limpiaba rivales como Maradona y de frente al arco era letal como Rivaldo. Todo relatado vertiginosamente por el Loco, su nexo con ese mundo imaginario del que alguna vez fue protagonista real.



Ilustración: Violeta Barandica




Aquella bala había acabado con su carrera, con su familia, sus amigos, las minas y el sueño de ganar un Mundial.


Pasó de ser ese cinco temido y respetado por compañeros y rivales a ser un drogadependiente que dejó de ver la luz, de caminar y de conectarse con los que lo querían.


Esa figura que jugaba en Europa y en la Selección, que lucía la cinta de capitán desde que estaba en juveniles; solo revivía en la voz de Palacios, en otras posiciones, con otras camisetas y hasta con guantes de arquero.


Pasada esa hora de ensueño volvía a morir para seguir escuchando la vida de otros por la ventana, mientras esperaba un nuevo cuento que lo hiciera olvidar.


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